lunes, 30 de junio de 2008

El Cuerpo de las Revoluciones

Y la gente estalla en aplausos, congregada frente al monumento a Lincoln en Washington en 1963. ¿A quién escuchan? ¿quién pide que la justicia corra abajo como agua? ¿quién denuncia en repetidas ocasiones la brutalidad de la policía estadunidense? Arriba en el estrado el orador reclama un cheque que según él, la nación le dio a la población afroamericana deshonestamente. Con maneras de predicador reclama que la nación le ha fallado a la población de la cual él forma parte; le ha fallado según él, en vez de honrarla. –Estados Unidos le dio al pueblo negro un cheque malo que ha sido rechazado, debido a sus fondos insuficientes- Seguro que todas esas personas estaban ahí para reclamar ese cheque, porque según él –Rechazamos creer que el banco de la justicia está en bancarrota-. –Inocentes hemos venido a la capital de nuestra nación para reclamar el cheque, la constitución de ayer fue una promesa sin garantía-, -Tenemos que cobrar este cheque… un cheque que nos dará, bajo demanda, la riqueza de la libertad y la seguridad de la justicia-. Martin Luther King, Jr. fue asesinado el 4 de abril de 1968, en el balcón del Lorraine Motel en Memphis; en el 2008 que transcurre se cumplen cuarenta años de uno de los sucesos más importantes que marcaron aquél 68 que cambió al mundo. Desde entonces Estados Unidos, como otros tantos países más, no es el mismo pero ¿qué fuerza hay detrás de del discurso que linqueo al final de este artículo? ¿cuál es el cuerpo de una manifestación de esta magnitud?

Al igual que esa minoría que se manifestó en el movimiento por el respeto de los derechos civiles en Estados Unidos en aquella época, un particular porcentaje de mexicanos pudiera tener la curiosidad de hacerle el mismo tipo de preguntas, pero esta vez al banco de los Estados Unidos Mexicanos. ¿Cómo pudiste imponernos una tan estricta polarización de la riqueza repartida en la mano de la otra minoría emanada de una estricta, hipócrita e irreconciliable división de clases? ¿Quién te dio la autorización de sacrificar al campo de la nación a cambio de un tratado brutal para el que no estábamos preparados? ¿Por qué razón nos metiste en el fuego cruzado de una guerra contra el narcotráfico que estaba perdida antes de comenzarla? ¿Cuándo decidiste por ti solo que el mejor camino era el de amarrar nuestra economía al talón del dólar? Hoy, para nosotros que estamos aprendiendo a vivir en el post-PRIsidencialismo ¿Qué tipo de Estado pretendes ser?

Vivimos un proceso largo, confuso y que está apenas empezando. Pero los que tienen en sus manos hacia dónde irá el país parecen estar contagiados del priísmo de siempre, ahora manifestado en la gama de partidos políticos que hemos permitido en nuestro congreso. Sus tácticas arcaicas siguen siendo las más efectivas y la posibilidad de que el tricolor regrese a la mayoría el próximo año representa a mi parecer, la inclinación que tiene la mayoría de los mexicanos a recaer en aquella droga bajo la que vivió el país desde el 1929. No hace falta recordar las consecuencias de la adicción de Estado que sufrimos, pero cuidado que siempre las recaídas son más peligrosas. En caso de que se levante el sector de la población con el que los Estados Unidos Mexicanos están más endeudados, en caso de que antes del 2009 se complete el desgarre de aquellos que tratan de sobrevivir en el país a pesar de todo, en ese caso habremos de concebir una idea diferente.

“Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento.” : (Ushuaia, 1998) Nelson Mandela.

En 1968, las placas tectónicas de la razón colectiva desencadenaron un temblor que tuvo réplicas en varias partes del mundo. El 5 de enero del mismo año comienza la primavera de Praga, el 2 de febrero es elegido en Paraguay Stroessner, el 22 de marzo comienza lo que sería el mayo francés con ocupaciones, huelgas y manifestaciones de todo tipo, el 4 de abril Martin Luther King es asesinado, el 5 de junio le disparan a John F. Kennedy quien muere el día siguiente, el 7 de junio la ETA comete el primer asesinato en España, el 2 de octubre la matanza de Tlatelolco, el 3 de octubre se inicia el régimen militar en Perú que duraría hasta 1980, el 13 de diciembre se marca el comienzo de los peores años de dictadura militar en Brasil. Todos estos sucesos enmarcados con el apogeo de la guerra en Vietnam, que generó en Estados Unidos la mayor manifestación anti-bélica de la historia de ese país. Ya hace cuatro décadas de este año que cambió al mundo, en el que viejas concepciones sociales, culturales, económicas y políticas fueron abatidas con la manifestación de sociedades de todas partes del mundo. Como un volcán que comienza a concentrarse poco a poco antes de la gran erupción, como un puñado de mentes que llegan a coincidir en un solo concepto, el cambio. Sólo habrá que esperar las primeras señales de hartazgo de aquél campesino que terminó en la ciudad viviendo precariamente, esperar a que ya no tenga nada que perder y que salga a las calles a gritar -¡justicia!-; o a que se termine de triturar a una clase media ya casi inexistente a causa del cansancio de pagar impuestos como ricos para terminar viviendo como pobres. Habrá de llegar el día en que sean mayoría los jóvenes que queriendo estudiar no lo puedan hacer y que giren esa misma voluntad hacia otro objetivo, el cambio.

De esos años en que Martin Luther King encabezó las manifestaciones en la lucha por el respeto de los derechos civiles nos queda hoy una sociedad estadunidense paradoxal. Capaz de tener a un a un ranchero con influencias neoconservadoras y fundamentalista religioso como presidente durante ocho años, o de estar a un paso de elegir a la cabeza del ejecutivo a un inexperto, progresista, con Hussein como segundo nombre, familiares musulmanes y sangre y piel africana, en el noviembre que se nos viene. Si en México se suele hablar de dos Méxicos, la eventual victoria de Barack Obama significaría la evidente reacción de aquél otro país opuesto a todo lo que representa el periodo Bush que muy a la fortuna del mundo, está a punto de terminar. ¿Es la disposición, mostrada hasta ahora, a elegir a alguien con el perfil de Obama el fruto de aquellas manifestaciones de hace cuarenta años? Si bien nada está ganado, cómo no emocionarse con la idea de tener como el hombre más poderoso del mundo a alguien que no sólo vivió en nuestro “tercer mundo” (Indonesia) sino que hasta tiene en vida a su abuela materna en un pueblito llamado Kogelo de menos de cuatro mil habitantes en Kenia. Pero por qué no tratar de ser optimistas (si ser pesimista hoy es deporte de masas) y pensar en la posibilidad de que hasta él mismo pueda verse reflejado en las caras de este mundo del sur, que no presume de lo que él sí; el color de su piel.

Si a lo que viene después de la crisis de representación política se le llama una revolución socio-política, y a esta misma se le adjunta la definición que dice que:

- Tendría que ver más con una manifestación aún inmadura de cambio social en el cual las bases mismas de la modernidad estarían a punto de ser superadas en el próximo tiempo. -

¿Cómo hacerla coincidir con esta otra acerca de la democratización?

- Es un proceso de desarrollo de las instituciones sociales liberales que conducen al fortalecimiento de la sociedad civil, resguardo de los derechos humanos básicos y la disminución de las desigualdades socio-económicas. -

De esta reflexión, sólo un miedo. En esta búsqueda por hacerles saber el hartazgo resultante de vivir en una sociedad que se dirige al destino elegido por los enajenados del neoliberalismo (mismos que tienen en el hombro el voto de la mayoría), ¿cómo evitar cruzar la fina línea que divide a una manifestación de la violencia? Esa fina línea que se esconde detrás de una piedra, de un macanazo mal dado, de una caída que parece empujón, de los chorros de agua que tratan de esconder alguna gota de sangre, de un discurso desviado, de una prensa irresponsable y amarillista, de una provocación politiquera; debajo de esa finísima línea que juzga con histeria colectiva pero que también puede premiar desatando la potencialidad de una revolución.

En fin, ¿Cuál es el cuerpo de las revoluciones? ¿la historia? ¿la realidad? ¿el ideal?

“Tengo un sueño que está profundamente enraizado en el sueño Americano… Tengo un sueño, que mis cuatro pequeños hijos vivirán un día en una nación en donde no serán juzgados por el color de su piel sino que por el contenido de su carácter”.

Una esperanza, de que veamos el arco del universo moral inclinarse hacia la justicia, como dijo M.L. King, para poder gritar libres al fin, somos libres al fin.


P.D. Canción para leer este artículo: “Why? (The King of love is dead)” de Nina Simone.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Espero que te siga "sufriendo" escribir -revoluciones- y -1968- hasta que sea extrictamente necesario, por que son rojos! y por que a los demas no nos pasen de largo.

si la revolucion es lo que nos salvara (que ya creo que nos quedara corta e insuficiente)... que sea pronto y que nos toque!

y aun que caminamos de noche (con ya mas de 500 años) siguen firmes algunas rajas de luz. un placer asomarme por una de ellas, felicidades por las letras.
suerte y un abrazo

tuky... -disculpar los acentos, habra que aprenderlos.